jueves, 19 de febrero de 2009

EN EL PRINCIPIO

Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.
Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.
En el título del poema podemos sentir ya el peso de los siglos pasados. Aunque la Biblia creo que dice “en un principio” … “fue el verbo”. O algo así. Y el verbo, claro, es la palabra. Comienza con “el principio” y concluye con “la palabra”.
Lo dijo Blas. Cierra el círculo y, en medio, nos coloca un montón de maravillosos y/o desgarradores “síes” condicionales. Aunque parezca mentira en Blas de Otero, su poema está cargado de esperanza porque en todos su cuartetos nos queda (le queda) la palabra. Casi na. Este poema forma parte de los quince favoritos que copié a mano para mi hijo David en su cumpleaños. Sí, sí, sí… palabra, palabra, palabra. Me encanta.

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