viernes, 21 de febrero de 2014

A UN OLMO SECO

Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
No he visto mejor canto vital a la esperanza y al optimismo que el que subyace en este poema de don Antonio Machado.

--
La esencia está concentrada en este simple verso:
"...algunas hojas verdes le han salido".
Cada vez que me enfrento a este poema tan balsámico -y tan recomendable en tiempos de crisis- recuerdo una anédota que me contó mi hermana Isabel cuando era maestra de secundaria.
Tenía un alumno adolescente con muchos problemas (además de los propios de su edad, que no son pocos). Se sentía despreciado por su familia, por sus profesores, por sus compañeros. Estaba destrozado y deprimido. En una tutoría, mi hermana le alargó un folio con este poema y le pidió que lo leyera en silencio.
Cuando el niño (un olmo aún joven) llegó a estos versos finales:
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
se le saltaron las lágrimas.
Más tarde, le dijo a mi hermana que ese poema "A un olmo seco" le había cambiado su vida. El milagro machadiano se produjo, y aquel chico es hoy lo que se dice un hombre de provecho.
¡Para que luego digan que la poesía no hace milagros!.
--
Seleccionado y comentado por José A. Martínez Soler

viernes, 7 de febrero de 2014

Machado vive aún en Madrid (EL PAÍS 3-02-2014)

El poeta, muerto en el exilio hace 75 años, residió aquí más de 30 años, amó a Guiomar y escribió algunos de sus mejores versos


Cuando se cumplen 75 años de la muerte en el exilio de Antonio Machado, Madrid, la ciudad donde el poeta sevillano viviera su adolescencia, su juventud e intensos periodos de su madurez, conserva la estela de su presencia en algunos hitos que evocan su memoria. Uno de ellos es el busto que le dedicara la Biblioteca Nacional, copia de una obra del escultor Pablo Serrano, que cabe contemplar hoy sobre una peana en el jardín del suntuoso edificio del paseo de Recoletos. Otro hito importante es el de la estación de metro que lleva su nombre en la línea 7, que conecta Pitis con San Fernando de Henares. Hoy mismo, medio centenar de poetas asentados en Madrid, desde Rafael Soler, Alberto Infante a Pablo Méndez, preparan un homenaje magno para el 22 de febrero, con arranque en Segovia, mientras en numerosos centros culturales, desde el Ateneo hasta la Unesco, se han programado recitales poéticos y conferencias para evocar su memoria.
Antonio Machado Ruiz había nacido en el palacio de las Dueñas de Sevilla en 1875, hijo de Ana Ruiz y de Antonio Machado Álvarez, librepensador, estudioso del folclore andaluz y amigo de los intelectuales Francisco Giner de los Ríos y del regeneracionista aragonés Joaquín Costa. En Sevilla, en un ambiente familiar de ideas progresistas, Antonio vivió una infancia feliz hasta el 8 de septiembre de1883, fecha del traslado a Madrid con su familia —cinco hermanos, tres chicos y dos chicas— paras instalarse en un piso de la calle de Claudio Coello, 16. El traslado acaecía después de que destinaran a su abuelo Antonio a una cátedra de Medicina de la Universidad Central de San Bernardo. Uno de sus primeros recuerdos de su adolescencia madrileña fue la asistencia del futuro poeta, junto a su padre, a un mitin pronunciado en el Retiro por Pablo Iglesias. “Parece que es verdad lo que ese hombre dice”, escribiría Machado años después en La Vanguardia. Y añadía: “La voz de Pablo Iglesias tenía para mí la voz inconfundible —e indefinible— de la verdad humana”.Ya de mozo, también en Madrid, surgió en el futuro poeta una afección por el teatro.
El joven dramaturgo, que colaboró en la hechura de algunas piezas teatrales junto con su hermano mayor y poeta, Manuel, fue alumno con él del Instituto San Isidro. Este histórico centro escolar madrileño, ya entonces tricentenario, conserva un bellísimo claustro barroco que aún cabe visitar en la calle de Toledo esquina a la de los Estudios y que Antonio Machado tantas veces recorriera. En él se hermanaría más allá del tiempo y del espacio con poetas y dramaturgos del Siglo de Oro como Lope de Vega, Francisco de Quevedo y Pedro Calderón de la Barca, que también cursaron enseñanzas en el viejo caserón que albergara el Colegio Imperial.
En la estela de Rubén Darío

Claustro del Instituto de San Isidro, donde dio clase Machado. / CRISTÓBAL MANUEL
El bachillerato del imberbe Antonio Machado, que proseguiría en el madrileño Instituto Cardenal Cisneros, en la calle de los Reyes, se vio interrumpido por la muerte de su padre, en 1893 y, tres años después, por la de su abuelo médico y catedrático tocayo suyo. Además de aquellos hechos, le alejó de los estudios un temprano viaje a París en 1899, junto a su hermano Manuel, si bien aquel periplo le permitiría conocer allí a Oscar Wilde, más adelante al poeta modernista nicaragüense, luego afincado en Madrid Rubén Darío, de gran influencia poética sobre su propia obra, y al escritor naturalista vasco Pío Baroja, en cuya casa madrileña de la calle de Ruiz de Alarcón, Machado, a su regreso a Madrid, le visitaría en ocasiones. No lejos de allí, en un palacete de la calle de Alfonso XII esquina a la de Juan de Mena, habitaría Rubén Darío durante alguna de sus largas estancias madrileñas como diplomático. Darío también residiría en la calle de Serrano, 23.
En el arranque del siglo XX, el cambio de domicilio de las familias de la clase media era extremadamente frecuente en Madrid. Así, los Machado y su numerosa prole —como han escrito los literatos José Montero Alonso y su hijo José Montero Padilla— vivieron en un plazo de dos décadas en numerosos domicilios distintos: entre otros, en las calles de Churruca, Fuencarral, Santa Engracia, Alcalá, 110 —número que ha desaparecido de la calle, que pasa del 108 al 114— y la inicial de Claudio Coello en el número 16, muy cerca del portal 25; precisamente en este edificio residieran tres décadas antes que los Machado Gustavo Adolfo Bécquer y, también, Emilia Pardo Bazán, así como en la aún conocida como calle Ancha de San Bernardo, donde se encontraba la Universidad Central en la que cursaría y culminaría la carrera de Filosofía.

Amistad con Lorca y Baroja, cartas con Unamuno

Fuente de los jardines de Moncloa donde Machado quedaba con su amada. /CLAUDIO ÁLVAREZ
Otro de los domicilios madrileños de Machado estaría en el arranque de la calle de General Arrando, en el número 4, donde figura una placa en su memoria; esta vía fue llamada tras la Guerra Civil y hasta la Transición, del General Goded, golpista alzado y se encuentra muy cerca de la plaza de Chamberí y no lejos de la calle de General Martínez Campos, donde tuvo su sede, hoy sustituida por un moderno edificio, la Institución Libre de Enseñanza. En dependencias de la Institución Antonio completaría sus estudios. De aquella época data su amistad con intelectuales como Federico García Lorca y la intensa correspondencia que mantuvo con Miguel de Unamuno.
Tras conocer en Soria a la jovencísima quinceañera Leonor Izquierdo y casarse con ella cuando él contaba 34 años, residen durante su luna de miel en la casa de Ana Ruiz, madre de Machado, en la Corredera Baja de San Pablo, 20. Previamente, el poeta frecuentaría numerosas tertulias de cafés como el llamado Fornos, en la calle de los Peligros, donde se hiciera famoso el perro Paco —que asistía a corridas de toros y a obras teatrales—. De igual modo, frecuentaba el café de Las Salesas, donde sería retratado por el renombrado fotógrafo Alfonso; también asistía o impartía conferencias en el Ateneo de la calle del Prado, que a la sazón bullía culturalmente entre una intensa e incesante actividad intelectual y política.


Calle de Corredera Baja de San Pablo, donde vivió Machado. / CRISTÓBAL MANUEL
Moncloa, un jardín para soñar
Sin embargo, el paraje con el que más se identificaría el poeta de cuantos en Madrid frecuentara fue el formado en torno a los jardines del palacio de La Moncloa, una antigua posesión del marqués del Carpio que databa del siglo XVII, enclavada sobre uno de los paisajes más amenos de cuantos la ciudad y sus alrededores poseen. Su enclave parece casar con el refinadísimo gusto del marqués, uno de los principales coleccionistas de arte de todos los tiempos. ¿Por qué Machado se identificó tanto con los jardines del palacio? Primero, porque entonces, 1932, eran jardines de aristócratas abiertos al público por las autoridades republicanas a los que la gente comenzaba a tener acceso. Y segundo, porque fue allí donde vivió las horas más intensas de su amorío con Pilar de Valderrama, la musa que bajo el nombre deGuiomar despejaría algunas de sus tribulaciones tras la muerte de la jovencísima Leonor Izquierdo Cuevas en Soria donde, como profesor de Francés, Machado había sido destinado.Fuentes, fuentecillas, pérgolas y vergeles de los jardines madrileños de La Moncloa dieron color y vida a aquel amor arrebatado hacia Guiomar, al que accedía Antonio desde otro de sus domicilios, en la avenida de la Reina Victoria, en Cuatro Caminos, donde tomaba un tranvía que hasta allí le llevaba.
Tras un destino en Baeza (Jaén) y otro muy fructífero en Segovia, que duraría 13 años, Antonio regresa a Madrid y en 1932 gana la cátedra de Francés en el Instituto Calderón de la Barca, entonces en el paseo de Areneros, hoy Alberto Aguilera, y en el Instituto Cervantes, con distintas secciones. En este instituto madrileño, donde Machado dio Francés, impartiría clases de Filosofía María Zambrano y de Dibujo, Daniel Vázquez Díaz.
Tertulias y cafés
Por las tertulias madrileñas, por los salones literarios y por los teatros y cines, estrechamente comprometido con la causa republicana, más si cabe cuando declinaba la posibilidad de victoria durante la guerra civil, desplegaría Antonio Machado su genio poético, bañado por la hermosura andaluza primero, herido luego por la sobria belleza castellana y por un amor siempre añorado, dolencias éstas que combatió con un verbo primero pinturero y modernista, al cabo íntimo y, a la postre, signado por el compromiso con la dolorida realidad social de la España de entonces.
Pese a haberse atrevido, como el enciclopedista Jean Jacques Rousseau, a “ser tildado de malo por haber osado creer que el ser humano es naturalmente bueno”, la saña ideológica del franquismo se cebaría con él: tras la Guerra Civil, Antonio Machado Ruiz, quizás el más alto poeta español contemporáneo, sería en 1939 expulsado post mortem de su cátedra madrileña. No sería rehabilitado en ella hasta 1981, ya en democracia.
Hoy, su cuerpo reposa exiliado en el cementerio de la localidad fronteriza francesa de Colliure, pero su nombre y su poesía —“honda palpitación del espíritu” la definió el antólogo José Montero— resuena en los frontis y los patios de escuelas madrileñas, donde su verbo sustantivo, bañado por la luz de los cielos altos de Castilla late aún en los corazones adolescentes.

domingo, 2 de febrero de 2014

domingo, 3 de noviembre de 2013

SI EL HOMBRE PUDIERA DECIR LO QUE AMA

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.
Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.
---
Este es uno de mis 15 poemas favoritos. Hace años, los copié a mano en un cuaderno y se lo cambié a mi hijo menor, David, por un CD con sus 15 canciones preferidas.
Cernuda tiene aquí dos versos que me producen escalofrios y que os recomiendo para rebotar de cualquier recaida depresiva:

1.-
"Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien"
Me recuerda una de las expresiones amorosas, casi mísicas, más profundas de nuestra literatura, que encontré en La Celestina. Calixto, enamorado de Melibea, confiesa:
"Melibeo soy"
Se puede decir más alto, pero no más claro.

2.-
"... si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido"
Cernuda supera aquí, en carne viva, al verso místico "que muero porque no muero".
También me recuerda a don Antonio Machado cuando escribe de Soria:
"...donde nací, no a la vida, sino al amor, cerca del Duero".
"Si el hombre pudiera decir lo que ama" es uno de esos poemas plenos que nos descolocan y que, en los peores momentos, nos ayudan a perdonarnos la vida.

Creo que es el mejor poema de Cernuda y uno de los mejores poemas de amor de la Literatura española.
--Se titula Contigo, es muy breve, y probablemente sea uno de los poemas más conocidos y reproducidos de Luis Cernuda (1902-1963): miles de enamorados se lo han enviado alguna vez a sus parejas.

CONTIGO
"¿Mi tierra?
Mi tierra eres tú.
¿Mi gente?
Mi gente eres tú.
El destierro y la muerte
para mí están adonde
no estés tú.
¿Y mi vida?
Dime, mi vida,
¿qué es, si no eres tú?"

Cernuda, que se veía a sí mismo "como naipe cuya baraja se ha perdido" y es uno de los más grandes poetas de nuestra historia, ha estado demasiados años oscurecido por el resplandor de Lorca, coetáneo y amigo suyo.
Hasta los títulos de sus libros son pura poesía: Donde habite el olvido, Poemas para un cuerpo, Vivir sin estar viviendo... Tenemos que recuperarlo y reivindicarlo. Puedes comenzar enviando este poema a otra persona a la que quieras decirle: "...mi vida, ¿qué es, si no eres tú?".

http://blogs.20minutos.es/poesia

domingo, 13 de noviembre de 2011

QUE NO SE DESPIERTE

Que no se despierte.
La niña que duerme a la sombra
que no se despierte;
que duerme a la sombra del árbol;
que no se despierte;
a la sombra del árbol granado
que no se despierte;
granado de ciencia del bien,
que no se despierte;
de la ciencia del bien y del mal
que no se despierte.
Que no se despierte, que siga
dormida la muerte;
que siga a la brisa del ala
la muerte dormida;
a la brisa del ala del ángel
dormida la muerte;
del ala del ángel besada
la muerte dormida;
del ángel besada en la frente
dormida la muerte;
besada en la frente del lirio
la muerte dormida;
en la frente del lirio a la sombra
dormida la muerte
que no se despierte, que siga
dormida la niña,
que no se despierte, no.

Agustín García Calvo

martes, 13 de septiembre de 2011

POESÍAS





TU RISA

Sólo por este poema, Pablo Neruda (1904-1973) sería inmortal. 'Tu risa' pertenece al cancionero 'Los versos del Capitán', en mi opinión una de las grandes obras de la literatura mundial.
Cuarenta y siete poemas, mas una carta y una explicación para justificar su anonimato inicial. Efectivamente, cuando se publicó en 1952 apareció sin autor reconocido, en una reducida edición napolitana de 44 ejemplares, aunque todo el mundo sabía que era obra suya. Un sensual homenaje a su entonces amante Matilde Urrutia, con quien vivió una apasionada historia de amor en Capri. La primera noche en tan paradisíaca isla la resume así el poeta:

"Toda la noche he dormido contigo
junto al mar, en la isla.
Salvaje y dulce eras entre el placer y el sueño,
entre el fuego y el agua".

¿Quien era el capitán?

Según se asegura en el libro, el poemario fue escrito por un soldado comunista español que venía de la Guerra Civil. Se lo dedicó a una supuesta artista cubana, Rosario de la Cerda, con quien había tenido "un gran amor". Ella nunca supo su nombre. Sólo era su capitán.
No era cierto. Como explica con todo detalle el escritor Omar Pérez, allí en Capri, un día de luna llena, Neruda le regala a Matilde un anillo donde se lee "Capri, 3 de mayo, 1952, Su Capitán".



'Tu risa'

Quítame el pan, si quieres,
quítame el aire, pero
no me quites tu risa.
No me quites la rosa,
la lanza que desgranas,
el agua que de pronto
estalla en tu alegría,
la repentina ola
de plata que te nace.
Mi lucha es dura y vuelvo
con los ojos cansados
a veces de haber visto
la tierra que no cambia,
pero al entrar tu risa
sube al cielo buscándome
y abre para mí todas
las puertas de la vida.
Amor mío, en la hora
más oscura desgrana
tu risa, y si de pronto
ves que mi sangre mancha
las piedras de la calle,
ríe, por que tu risa
será para mis manos
como una espada fresca.
Junto al mar en otoño,
tu risa debe alzar
su cascada de espuma,
y en primavera, amor,
quiero tu risa como
la flor que yo esperaba,
la flor azul, la rosa
de mi patria sonora.
Ríete de la noche,
del día, de la luna,
ríete de las calles
torcidas de la isla,
ríete de este torpe
muchacho que te quiere,
pero cuando yo abro
los ojos y los cierro,
cuando mis pasos van,
cuando vuelven mis pasos,
niégame el pan, el aire,
la luz, la primavera,
pero tu risa nunca
por que me moriría.

lunes, 12 de septiembre de 2011

domingo, 11 de septiembre de 2011

GLORIA FUERTES



domingo, 23 de enero de 2011

sábado, 22 de enero de 2011

PEDRO SALINAS




jueves, 20 de enero de 2011

miércoles, 19 de enero de 2011

VERDE QUE TE QUIERO VERDE

Romance Sonámbulo
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.

Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.

--Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los puertos de Cabra.
--Si yo pudiera, mocito,
este trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
--Compadre, quiero morir,
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
--Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
--Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
¡dejadme subir!, dejadme
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.

Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal
herían la madrugada.

Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
--¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
¿Dónde está tu niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!

Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos
en la puerta golpeaban.
Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.

jueves, 30 de septiembre de 2010

LITERATURA


SOLO PARA BACHILLERATO Y UNIVERSIDAD

http://www.edaddeplata.org/revistas_edaddeplata/index.html

domingo, 20 de junio de 2010

LITERATURA CATALANA

Mapa literari català 2.0
http://www.mapaliterari.cat/